Alfred Kinsey fue un biólogo especializado en entomología, pero pasó a la historia gracias a sus estudios y publicaciones sobre la sexualidad de los norteamericanos a mediados del siglo XX. Un trabajo impresionante y al mismo tiempo muy criticado, pero que ayudó en buena medida a que detonara el movimiento de liberación sexual de la década de 1960, lamentablemente él no vivió para verlo.
El por qué este científico decidió dejar de lado a los insectos, para centrarse en la educación sexual y el estudio de las relaciones sexuales de sus compatriotas, se debe a diversos motivos: por un lado él propio Kinsey se dio cuenta de que los libros sobre sexualidad de la época en su mayoría no hacían otra cosa que enmascarar dogmas religiosos, por otro lado desde su experiencia sabía que mucho de lo que se decía no era verdad, y por otro lado porque la falta de información estaba provocando auténticas epidemias de ETS (concretamente sífilis) entre los jóvenes y no tan jóvenes.
Kinsey consiguió que le dejaran dar clases de sexualidad en la Universidad de Indiana, y aquello fue una revolución, en ellas los tabús quedaron a un lado, no escatimaba en usar un leguaje directo y en emplear imágenes explícitas, la tolerancia y su visión abierta de la sexualidad le hicieron rápidamente muy popular en el campus. Los alumnos le consultaban, y esto le llevó a la idea de ir recabando datos, como antaño hizo con los insectos, para así poder conocerlos mejor.
Rápidamente Kinsey se dio cuenta de que las estadísticas sobre prácticas sexuales de los libros distaban mucho de la realidad, Estados Unidos estaba siendo un país hipócrita que miraba para otro lado con tal de mantener su buena imagen conservadora. La ignorancia de la gente en materia sexual era abrumadora, muchos tenían sentimientos de culpa por cosas que habían hecho o reprimían sus deseos porque pensaban que “no era normal”. Justamente esta ignorancia es lo que le motivó a seguir con este nuevo proyecto.
Para que te hagas una idea, en aquella época, en muchos estados del país estaba prohibido y penado con cárcel prácticas tan habituales hoy en día como el sexo oral y el sexo anal, incluso si ambas personas estaban casadas. No es que estuviera mal visto, simplemente no se podía hacer por razones dogmáticas como que: el sexo oral podría impedir que más adelante una mujer se quedara embarazada o simplemente porque era una práctica lujuriosa, y por tanto no estaba acorde con la doctrina religiosa.
En poco tiempo Bloomington se le quedó pequeño a Alfred Kinsey, así que decidió ir más al norte hasta Chicago, una gran ciudad donde descubrió el soterrado mundo gay, allí miles de personas acudían a locales clandestinos para conocer gente de su misma orientación sexual y sin embargo la sociedad ignoraba su existencia. Allí el propio Alfred Kinsey fue consciente de su lado homosexual, y compartió por primera vez experiencias con otros hombres, e incluso con uno de sus colabores: Clyde Martin, el cual también era bisexual, y de hecho más tarde mantuvo también relaciones sexuales con la esposa de Kinsey.
Uno de los aportes más interesantes de Kinsey para la posteridad fue la conocida Escala Kinsey, donde se refleja que uno no tiene por qué ser heterosexual u homosexual, sino que existen hasta 7 niveles diferentes dependiendo de nuestros gustos y nuestras experiencias, de hecho el propio Kinsey, en base a su experiencia entrevistando a miles de americanos, afirmaba que la inmensa mayoría de la población no es exclusivamente heterosexual, sino que sienten algún interés por las relaciones homosexuales.
Si quieres ampliar la información sobre su vida y obra, existe una película y un documental bastante interesante donde se habla de todo ello y mucho más.