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Con qué frecuencia hay que eyacular?

General, Sexualidad | 0 Comentarios

Eyacular es uno de esos pequeños acontecimientos cotidianos en la vida de un hombre que nos regala unos momentos de placer seguidos de una sonrisa de relax y felicidad. Alguno influido por el mundo del porno se atormenta buscando la manera de eyacular más cantidad o más tarde, mientras algún novatillo se preocupa por que eyacula dormido o se pregunta si es bueno eyacular a diario.

Que al hombre le gusta eyacular creo que no es un secreto para nadie, para muchos es una actividad más del día a día, ya sea al despertar a solas o en pareja, luego en la ducha o al volver a casa después de un estresante día de trabajo, una simple paja puede ser la mejor aspirina, somos así qué le vamos a hacer… 🙂

El tema es que algunos son un poco ansiosos y lo convierten en algo compulsivo, a veces uno se olvida del placer del viaje y quiere llegar a destino cuanto antes, lo que puede provocar algún problemilla de eyaculación precoz, nada grave pero que a muchos asusta en cierta medida.

Eyacular es sano y si no lo haces tú, ya se encargará tu cuerpo de atormentarte día y noche con fantasías, hasta que finalmente en un sueño húmedo acabemos dejando los calzones algo más que húmedos.

Pero entonces, ¿con qué frecuencia hay que eyacular?

Como en muchos otros temas sobre sexualidad, lo cierto es que no existe un consenso sobre con qué frecuencia hay que eyacular. La mayoría parece tener claro que es bueno para el organismo, incluso para nuestra salud cardiovascular, sin embargo el que no haya un consenso es un problema porque los hombres que se dejen llevar por la tendencia de que hay que eyacular a diario y realmente su cuerpo no tiene tal necesidad, pueden sentir una cierta ansiedad porque ven que su deseo sexual no está acorde con lo “normal”.

En Internet hay tal cantidad de información que en ocasiones se hace complicado encontrar información fiable y objetiva sobre los beneficios de la eyaculación para la salud. Hay quien asocia por ejemplo la eyaculación como un método para prevenir el cáncer de próstata, y de hecho algunos estudios se han publicado a éste respecto confirmándolo, pero igual se han realizado otros que lo desmienten, ¿con lo cual, con qué nos quedamos?.

La masturbación en occidente siempre ha tenido mala prensa, en buena medida por la influencia de la religión, que dio lugar a cantidad de leyendas urbanas como que se te caía el pelo, te quedabas enano, o que ibas a producir más testosterona.

Si es por el tema de la testosterona, la eyaculación al parecer no influye de manera importante, de hecho según las investigaciones el nivel de testosterona es ligeramente superior justamente cuando nos abstenemos del orgasmo, y también aumenta durante la actividad sexual en el momento antes de volver a la calma, desencadenado un ciclo hormonal de unos siete días.

Pero no nos desviemos del tema, ¿Cuál es la frecuencia ideal de eyaculación? Es posible eyacular demasiado? En principio el clásico punto de vista de los sexologos es que el climax se auto regula, es decir, uno no puede eyacular demasiado porque el cuerpo no da más cuando ya ha tenido suficiente.

Pero como en otro placeres, están los golosos, los que no se sacian fácilmente y que por una u otra razón quieren más. En este caso, y como comentaba al comienzo, la eyaculación se convierte en una actividad compulsiva, como el que no para de comer y acaba siendo obeso. Cuando esto ocurre surgen ciertos problemas para mantener relaciones sexuales con otras personas ya que tenemos el ritmo muy marcado, los tiempos se acortan y si encima el nivel de excitación es aún mayor a lo habitual pues ni hablemos, como diría alguna: “para esto ni me quito las bragas”.

Alguna investigación apunta a otros efectos de más calado, por ejemplo si un hombre se pasa diez días seguidos eyaculando más de dos veces al día, se produce un agotamiento y sus niveles de producción de esperma se mantienen durante cinco meses por debajo del nivel previo al “maratón eyaculatorio”.

En resumen, nada como hacer caso a nuestro cuerpo y no abusar de los placeres que nos proporciona.