El golfo Pérsico es la frontera natural entre varios estados árabes como Dubai, Abu Dabi o Bahrein, los cuales acogen a un elevado número de personas millonarias. Las excentricidades que allí ocurren harían palidecer a los faraones egipcios, y sin embargo no todo es tan bonito como luce.
Hace unos días en el blog de Cama Redonda, Josep Tomás comentaba su viaje a Dubai y sus impresiones o más bien el shock cultural sufrido tras pasar unos días en lo que él denomina la Blade Runner de oriente medio.
Los estados que componen los Emiratos Árabes son bastante peculiares a todos los niveles, y en especial en lo que se refiere a desigualdades sociales. El hecho de que la religión predominante sea la musulmana sin duda marca totalmente las pautas de conducta de estas sociedades, donde hay gente muy muy rica gracias al petroleo, y gente muy muy pobre venida de India, Pakistan o Bangladesh que en busca de un futuro mejor acaban ejerciendo de esclavos modernos.
Obviamente con tanto dinero circulando es inevitable que exista la prostitución, siendo las mujeres rubias las más deseadas, lo que obliga a los clubes a importar mujeres de Rusia y Europa del Este. Las mujeres de hecho vienen invitadas por lo hoteles que regentan los clubes con idea de deleitar a sus clientes.
Pero claro, todo esto es de puertas para dentro, ya que legalmente no está permitido. De hecho se sabe que en estos clubes corre el alcohol sin problema y probablemente no se sirve sólo “pescado”, también debe haber “carne” – entiéndase pescado por mujeres y carne por hombres… –. Y cualquiera sabe que ni el consumo de alcohol ni las prácticas homosexuales están permitidas allá.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, toda esta problemática no quita que en estos países se venda lencería de lujo e incluso juguetes eróticos, de hecho estos días ha sido noticia la apertura del primer sex shop en Bahrein (Khadija Fashion House). Seguro que la conoces por los GP de Formula 1 o por algunas excentricidades que allí también ocurren, se trata de una pequeña isla del golfo Pérsico con una legislación más flexible que los Emiratos Árabes y donde también abunda la gente millonaria, pero por mucho dinero que tengan, siguen teniendo instintos primarios, deseos carnales y fantasías eróticas por cumplir 😉
En este sex shop se pueden encontrar disfraces eróticos, lencería, accesorios, lubricantes, y muchos otros productos que fácilmente encontramos en cualquier sex shop europeo, pero que allí es toda una novedad. Dado el machismo imperante es probable que su principal clientela sean hombres deseando comprar algo para sus esposas o sus prostitutas. Lo curioso es que cuando Khadija – la propietaria – tiene que entregar pedidos a domicilio, se tiene que hacer acompañar por su esposo o hermanos, cosas del islam supongo.
Lo malo de toda esta combinación hipócrita de prostitución y religión es que una gran mayoría de la población permanece ignorante en materia sexual, y de hecho se desconocen las tasas de contagios por VIH, las cuales se estima que no deben ser bajas ya que la mayoría piensa que Dios les protegerá de las enfermedades de transmisión sexual… y lo peor no es que estén equivocados, es que en su error acaban contagiando a sus esposas.