Al igual que en muchas otras ocasiones a lo largo de la historia, cuando se empezaron a hacer conjeturas acerca del causante de aquellas enfermedades, algunas religiones aprovecharon para apuntar a que se trataba un castigo divino.
Dado que en torno al 90% de los casos de infección de VIH en el mundo se ha adquirido por vía sexual, ésta se puede considerar una enfermedad de transmisión sexual, sin embargo ni el VIH ni otras enfermedades de transmisión sexual son un castigo, sino una enfermedad que hay que conocer para así poder prevenir y evitar su contagio.
Para colmo, uno de los síntomas del sida resultan ser unas manchas de color rosáceo en el cuerpo del infectado, así que la prensa en su momento no tuvo mejor ocurrencia que comenzar a llamarlo “la peste rosa”, debido a esto ya se terminó de confundir a la opinión pública y se le acabó atribuyendo a los homosexuales y que por tanto el sida era un castigo de Dios a los homosexuales.
Obviamente la teoría no se sostuvo por mucho tiempo, pronto se vio que también la padecían personas que compartían jeringuillas para drogas inyectables como la heroína, los receptores de transfusiones sanguíneas y las mujeres heterosexuales.
Religiones y Preservativos
A comienzos de 2009, y a causa de unas declaraciones del Papa Benedicto XVI, se formó un buen escándalo ya que la Iglesia que siempre aboga por la castidad para evitar cualquier problema de índole sexual, en esta ocasión dejó caer que el sida en África no se puede resolver únicamente con eslóganes publicitarios ni con la distribución de preservativos.
Si bien llevaba parte de razón, porque hacen falta más medidas que la simple distribución de algunos preservativos, resulta dramático ver cómo una religión que cuenta con tantos millones de fieles aún en el siglo XXI sigue de manera irresponsable negándose a dar su visto bueno al preservativo.
En otras religiones, como la musulmana y la judía por ejemplo, el uso de anticonceptivos está totalmente aceptado, lo cual permite a sus fieles realizar una planificación familiar y al mismo tiempo protegerse de enfermedades de transmisión sexual.
La circuncisión reduce las probabilidades de contagio por VIH
Otra ventaja con la que cuentan estas religiones (judía y musulmana) es gracias a la tradición de circuncidar a los varones recién nacidos. Obviamente los hombres que por estética o por razones biológicas optan por la circuncisión también se benefician de ello.
Según los estudios realizados esta reducción de probabilidades se debe a que la piel interior del prepucio está plagada de las células diana para el VIH, las células de Langerhans, hay al menos un número mucho mayor que en cualquier otra área del prepucio.
Por tanto eliminando parte del prepucio por medio de la circuncisión reducimos las probabilidades contagio. Aunque el debate sigue abierto sobre este tema, y puntualizo que “reduce”, en ningún caso elimina el riesgo de contagio y por tanto no se debe tomar como una solución.
Además esto se enmarca dentro de la susceptibilidad de ser infectado, un aspecto aún bastante desconocido sobre esta enfermedad ya que es muy variable y depende también de la constitución genética del sistema inmune, la cual en ocasiones lleva a que una persona se exponga en repetidas ocasiones al virus sin llegar a contagiarse, mientras que otra persona en una sola exposición es contagiada.