Un relato erótico que surge a raíz de una ardiente noche de discoteca. Este relato también participa en nuestro concurso, así que si te gusta no olvides dejar tu comentario al final.
Sábado por la noche, mi mujer y yo decidimos, por variar un poco de tanta cena con amigos o viendo películas, salir a una discoteca. Ya hacía meses que no pisábamos una, y es raro porque a mi esposa le encanta arreglarse para ir de fiesta y sobre todo bailar, de hecho así la conocí.
Para la ocasión yo me puse un poco más arreglado de lo normal cuando uno va de bares, por no desentonar más que nada. Ella en cambio se puso preciosa con una falda negra cortita y un top negro que transparentaba un poco, no la vi vestirse pero por el escote deduzco que lleva un sujetador de los suyos que le realzan sus maravillosos pechos.
Al llegar a la discoteca yo me fui directo a la barra, ella estaba como pez en el agua, pero yo sin un cubata me siento un poco fuera de lugar, soy más de sujetar la barra con el codo… Mientras pedía unas copas, un hombre que debía tener unos cuarenta y tantos se acercó a hablar con Esther, no escuchaba la conversación, pero unos instantes después me dijo que se iba a bailar mientras que yo pedía las copas.
Los seguí con la mirada, pero en ningún momento me molestó, después de unos minutos en aquella barra atestada conseguí la copas y me dirigí a donde había visto bailar a mi mujer por última vez, sonaba una serie de canciones lentas así que no fue difícil abrirse paso, sin embargo al dar con ellos vi que ambos bailaban bien pegados, y como él posaba sus manos ligeramente por encima de sus nalgas, digamos que estaba en zona roja antes de llevarse un manotazo.
Tampoco me hice notar, simplemente busqué una mesa libre para sentarme y poder tomar el cubata tranquilamente. Para mi sorpresa unos instantes después el caballero comenzó a descender la mano hasta posarla sobre una de las nalgas de Esther y la apretó hacia él, mientras ella bailaba agarrada a su cuello…
Desde luego no era algo que soliera ocurrir cuando salíamos por ahí, me estaba violentando un poco pero al mismo tiempo me daba curiosidad por ver hasta donde llegaba el atrevimiento de ese hombre y la desidia de Esther.
Tras esa canción lenta vinieron dos o tres más, aquel Dj parecía que me estaba poniendo a prueba, mientras Esther seguía pegada a su caballero de traje oscuro. Como quién no quería la cosa y mientras bailaba, él iba rozando sus nalgas, y de última incluso le dio un beso en el cuello, Esther le seguía el juego y en ningún momento se apartaba, más bien disfrutaba de los roces, hablan entre ellos y ríen, la situación me esta poniendo un poco nervioso, pero después de tantos años juntos tengo plena confianza en Esther.
Sin embargo, en un momento dado mientras le dice algo al oído, veo como desliza su mano hacia el pecho de Esther, por unos instantes le acaricia un seno, al mismo tiempo que ella se junta aún más y apoya su cabeza en el cuello de aquel desconocido, la sigue besando en el cuello y veo como peligrosamente acerca sus labios a los de ella, entonces sonó la campanada menos mal, el Dj decidió acabar con esa larga serie de canciones lentas.
Esther se separó como si se hubiera roto un hechizo, al alzar la mirada me vio, le hice una seña y se dirigió hacia mi. Ya había tenido tiempo de fumarme un par de cigarros y acabarme el cubata. Ella me miraba un poco confundida, no con culpa, pero sabiendo que algo había pasado y yo lo había visto. En seguida me beso con fuerza, y metió su lengua en mi boca para jugar con la mía, tenía la cara caliente y conociéndola se que estaba muy excitada.
Le saco el tema de su baile con el desconocido, y me comenta que el caballero se llama Fabricio, que al parecer es de origen italiano y bueno, que al parecer la ha confundido, que se ha dejado llevar un poco por la situación, porque en un momento mientras bailaban él la acercó tanto hacia si que ella pudo notar su erección, a lo cual siguieron otros movimientos que acabaron por colocar el pene frente a su pubis y eso la terminó de excitar, y que ahora al llegar a la mesa estaba totalmente mojada – no hacía falta que lo jurara… –.
A medida que me contaba la historia de su baile, yo sentía como se me iba poniendo dura, no daba crédito a mi reacción, pero es que era mayor la excitación que otra cosa. También me confesó que había sido muy cariñoso y amable, y que incluso le había acariciado las nalgas y un pecho, y que no había podido resistirse. Me preguntó si estaba enfadado, realmente no lo estaba, pero si le comenté que me había sentido un poco confundido o violento.
Pasó como una hora, entre tanto incluso había conseguido sacarme a bailar, y le hice algunas bromas imitando al tal Fabricio para que viera que no estaba disgustado, llevaba ya quizás una copa de más y estaba un poco cansado, así que volví a buscar un sitio libre para tomarme la última. En ese momento volvió a sonar música lenta, y como por arte de magia volvió a aparecer Fabricio.
El tipo se acercó a mi esta vez, y me propuso invitarme a una copa si le dejaba volver a bailar con Esther, le dije que era muy amable, que la copa no era necesaria, pero que si Esther tenía ganas no había inconveniente. Esther me beso apasionadamente y se marchó a la pista de baile donde él la esperaba.
Yo me acomodé sobre un sofá que había quedado libre, vaso en mano por supuesto, y con curiosidad por ver como terminaba aquello. Nuevamente estaban bailando muy pegados, pero esta vez se algo que ignora el resto de la sala, se que ella está muy excitada, y que ese hombre le está frotando su pene a la altura del vientre, me encuentro en un estado de excitación terrible y mi erección me comienza a incomodar en el pantalón.
Es una situación nueva, que como pareja nunca habíamos vivido antes, y la excitación es enorme. Veo como le pasa las manos por las nalgas, esta vez sin rodeos, e incluso esta vez no se va al cuello sino que directamente busca su boca y pega sus labios a los de ella, ella le devuelve el beso, y en ese momento me doy cuenta que algo nuevo va a pasar entre nosotros.
De repente se me cruza un grupo de personas que ya se marchaban, comienzan a coger sus abrigos y por un momento pierdo a Esther de vista, en cuanto se quita de en medio el grupo de gente trato de dar con Esther pero no la veo, ya no está, ¿dónde han ido?, me comienzo a poner nervioso, aquello ya no me gusta tanto, me levanto y comienzo a buscarlos por la sala.
El corazón me late con fuerza, no se muy bien qué hacer, así que trato de calmarme y pensar que haría si yo fuera ese tal Fabricio, en seguida pienso en el baño o en el parking, descarto la primera porque los baños estaban abarrotados, al llegar al parking de la discoteca comienzo a buscar pero no se lo que busco… cuando ya me iba veo que hay movimiento en un coche, así que decido acercarme sigilosamente para que no se den cuenta. Por el vidrio de atrás veo al italiano y a Esther sentada junto a él, con la parte de arriba subida, mientras él le chupa los pezones.
Decido acercarme un poco más y veo que ha subido una mano por debajo de la falda, ella tiene las braguitas negras a altura de la rodilla y contonea su cadera. Está claro que le está acariciando la vulva, e incluso metiéndole los dedos mientras ella gime con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás.
Tengo el pene tenso como una cuerda de piano, estoy a cien y necesito acariciarme el pene, masturbarme porque aquello supera con creces a todo el porno que había visto en mi vida. En ese momento el tipo se da cuenta de mi presencia, me mira y yo no reacciono, entonces sigue con lo suyo sin más. Decide llevar la mano de Esther al botón de su pantalón y ésta lo desabrocha y le baja la cremallera, y al momento saca su pene largo y erecto.
Al principio Esther tiene dudas, pero luego comienza a masturbar el pene de aquel desconocido, sigue y sigue, hasta que un momento dado él acerca su pene y ella acerca su boca redondeando los labios, como sólo ella sabe, se mete la punta despacio y la va deslizando al fondo de su boca, lo comienza a chupar despacio y luego cada vez más rápido mientras sujeta el pene a dos manos.
Jamas la había visto chupar el pene a otro hombre, sabía que había estado con otros hombres antes de mi, pero aquello me excitaba aún más. Estuvo varios minutos chupándole la polla, desde luego se estaba recreando, en un momento dado él la aparta, debe ser que está a punto de correrse, pero entonces le dice algo al oído y ella se gira bruscamente hacia mi, me descubre de pie al otro lado del cristal mientras me masturbo como un adolescente ante su primera escena porno.
Entonces abrió la puerta, sin mediar palabra y supongo que fruto de su alto grado de excitación me hizo un gesto para que me acercara. Cuando estuve lo bastante cerca me sujetó del pene y lo acercó a su boca para continuar chupando, la sensación era alucinante. La dulzura y la pasión con la que succionaba mi pene era como si estuviera degustando lo más delicioso que hubiera probado en su vida y por más que comiera no se saciaba.
Entre tanto Fabricio le terminó de quitar las braguitas, ella se dejaba hacer mientras me seguía comiendo la polla, él se acomodó entre sus piernas y comenzó a chupar sus labios, a lamerlos deslizando su lengua por todos lados, él también parecía que jamas hubiera probado nada igual, incluso le metió la lengua todo lo que pudo en la vagina, menudo espectáculo.
Esther gemia, pero sin sacar mi pene de su boca, cada vez con más fuerza y es que Fabricio la estaba haciendo llegar, entonces con un movimiento hábil veo que se echa hacia atrás, no me había fijado pero en algún momento mientras le lamia la vulva se había estado colocando un condón, separó un poco más las piernas de Esther, acerco su pene a la entrada y empujó su sexo hasta el fondo.
Me miró y entonces comenzó a penetrarla una y otra vez, Esther me agarraba el pene con fuerza, sin duda estaba cerca del orgasmo, ya simplemente tenía mi pene dentro de la boca y me pasaba la lengua por el glande, entonces le sobrevino el orgasmo, se arqueó mientras Fabricio la agarraba por las caderas y tiraba de ella para seguir penetrándola hasta el fondo, yo no podía más y también me vine, comencé a eyacular en su boca y entonces se puso en marcha de nuevo, volvió a chupar y succionar mi pene, así como todo el semen que iba saliendo, estaba en un momento de éxtasis como nunca la había visto.
Después de unos instantes nos arreglamos, ayude a Eshter a vestirse de nuevo, mientras Fabricio con un aire un poco avergonzado se acercó hacia mi, me dio su número de teléfono y me dijo en voz baja “Espero que volvamos a vernos”, le dio un beso en la mejilla a Esther, me dio la mano y se marchó.
Nosotros no volvimos a la discoteca, fuimos a buscar nuestro coche y nos marchamos a casa directamente, la noche iba a ser larga.
Un relato de G.T.
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