Para los que no terminamos de creernos la teoría del creacionismo, está claro que tenemos antepasados comunes con otros homínidos como los gorilas, los chimpancés y los bonobos. En muchos ámbitos de la ciencia se recurre a ellos para conocer mejor nuestros orígenes, y curiosamente un estudio realizado recientemente ha descubierto que algunos hombres reaccionan como chimpancés y otros como bonobos a la hora de competir.
Ya en algún artículo anterior hemos hablado de los bonobos y su afición a frotarse. Son unos homínidos un tanto particulares que parecen vivir en un estado de paz y amor, al contrario que los chimpancés que conforman sociedades dominadas por un macho y donde son frecuentes las agresiones y los enfrentamientos a muerte.
Una duda que rondaba la mente de los científicos, es si las diferencias de comportamiento ante una competición se podían explicar en parte por las diferentes respuestas fisiológicas, es decir, si nuestro organismo nos empujaba a reaccionar de una u otra manera.
Para ello varios investigadores dirigidos por la Universidad de Harvard han querido experimentar justamente con estos dos tipos de homínidos tan diferentes: los bonobos y los chimpances. Lo que hicieron fue recoger muestras de saliva para medir sus niveles de hormonas antes y después de darles una buena cantidad de alimentos a un par de individuos de cada especie.
Ambas especies experimentaban cambios hormonales en el momento anterior a competir por la comida, pero el incremento hormonal en una y otra especie era completamente distinto: a los machos de chimpancé les aumentaba los niveles de testosterona, que en el mundo animal se asocia al momento previo al enfrentamiento o la lucha. En contraste, los machos bonobos incrementaban los niveles de cortisol, el cual se asocia con el stress y estrategias sociales más pasivas.
Por decirlo de otra manera, los chimpancés reaccionaban como si estuviera en juego su estatus dentro de la manada, mientras los bonobos reaccionaban como si la potencial competencia les estresara.
Los humanos por nuestra parte, en general experimentamos aumentos de cortisol en los momentos previos a distintos tipos de competición, sin embargo cuando se trata de hombres ambiciosos o con un fuerte deseo de alcanzar un estatus alto entonces lo que aumentan son sus niveles de testosterona.
Los resultados demostraron que a la hora de competir con otros machos, algunos hombres se parecen más a los bonobos mientras otros se asemejan más a los chimpancés, pero algo que es único en los humanos es que tras la competición experimentamos un aumento de la testosterona si ganamos o un descenso si perdemos, lo que se refleja claramente por ejemplo en los aficionados del equipo que pierde o del que gana.
¿Y tú, qué tipo de hombre eres: bonobo o chimpancé? 🙂